A lo largo de nuestra historia Niebla ha protagonizado
acontecimientos muy importantes forjando una identidad fundamental de la que
debemos sentirnos orgullosos. Una identidad patrimonial que ha tenido
destacadas referencias literarias, como la de nuestro paisano onubense Juan
Ramón Jiménez en su balada dedicada a la ciudad de Niebla. Un gran orgullo para
todos los iliplenses y que hoy comparto con vosotros:
“Niebla, ciudad condal, tiene un río carmín –sangre mora
dice el pueblo- que le lame las murallas. Al amanecer, aún cerrada la Puerta de
las doncellas, los olivos de la orilla tiñen de un pálido verdor a la bruma
rosa; las cascadas en que el río se desata son de espumas malvas, rosas y
violetas y las murallas se ponen de un oro enrojecido frente a la aurora. Las
fachadas del Oriente y el Oriente anuncian en sus cimas el primer oro del día.
El día en derredor de la ciudad es silencioso. Adelfas
blancas y rosas pueblan las orillas calizas y viejos molinos oxidados esconden
entre rocas su miseria. Los niños moros cogen, al sol, palmitos y por la Puerta
del Sol salen, con dedos comidos de cal viva, los caleros tras sus asnos
cargados de seca y frágil blancura…
Por la tarde, las niñas juegan en la fuente de la Puerta de
los Milagros. En la pradera verde de la fuente dulce, pacen, llenas de sol
poniente, las vacas que vuelven del sesteo, mientras el pastor pone en los
muros la piedra de su honda. Y el cielo se torna malva y amarillo, y el rio
negro. Y un viejo campanario sin campanas recoge en sus ojos a Venus, desnuda y
de plata.
De noche, es un silencio de estrellas; el farol soñoliento
de la Puerta del Norte alumbra temblorosamente a los mendigos que duermen bajo
el arco, y la muralla es de ceniza, celeste y carcomida. Se dijera una tumba la
ciudad- A lo lejos resuenan los trenes por los campos solitarios y la brisa
tibia hace una música de lenguas de bronce por los olivares… y las estrellas
blancas, azules y verdes son de sangre en el fondo del rio…”
No hay comentarios:
Publicar un comentario